El sábado pasado, platicando con unos amigos acerca de nuestros hijos me di cuenta de algo muy sencillo pero enormemente cierto, todas las mamas batallamos.
A veces nos ahogamos en un vaso de agua, lloramos y pensamos que nadie en el mundo batalla con sus hijos como nosotras. Pensamos que todas las mamás del mundo saben educar perfectamente bien a sus hijos y que siempre saben qué hacer. Para colmo, justo en plena “crisis", salimos a comprar la despensa y nos encontramos con la mamá guapísima, peinada, usando tacones, bañada y felizmente acompañada de tres hijos hermosos, todos peinados las niñas con moños y vestidos españoles. Ella muy pacientemente los baja del auto y los tres se van caminando mientras platican y ríen. Mientras tanto te ves de reojo en el retrovisor y notas que tu no te has bañado, traes un chongo mal hecho, vistes los mismos pants que traías ayer y tus tres hijos están gritando, peleando y llorando. Su ropa manchada de la comida y tu hija a la cual peinaste en la mañana con mucho trabajo ahora trae el moño mal puesto y los pelos parados. Momentos después, ya dentro del supermercado, escuchas una niña gritándole a su mamá “déjame en paz estúpida” mientras corre por el pasillo. Para tu sorpresa es la hija de la mamá perfecta. Sin querer una sonrisa de oreja a oreja se forma en tu cara y le das un beso a tus tres angelitos cochinos mientras tu corazón empatiza con la pobre señora.
Todas batallamos, algunas más que otras, algunas en silencio, otras a gritos con sus hijos, algunas batallamos diario, otras no tan seguido pero de que batallamos, TODAS BATALLAMOS.
Yo todos los días lucho con mi hija de 11 años para que coma, para que beba suficiente agua, para que se seque el pelo después de bañar. Con mi hijo de 5 años batallo al subir al coche pues se siente incómodo en su silla, lo mismo cuando vamos a una fiesta y no quiere saludar a nadie, batallo cuando llora sin motivo ni razón.
Supongo que lo que quiero transmitirles es que no debemos sentirnos solas, todas las mamás de hijos chicos y grandes estamos en el mismo equipo, en el mismo barco y descubriendo nuestra maternidad en el mismo camino de la vida. Debemos tratar de ayudarnos unas a otras, apoyarnos escuchandonos y mostrarnos siempre empatía. Al final del día es muy cierto el viejo dicho “no hay niños malos” y yo pienso que en gran medida lo mismo aplica para las Mamás “no hay mejores o peores buenas o malas (claro siempre hay honrosas excepciones) pero en general una madre solo está haciendo lo mejor que sabe y puede en ese momento.
Cuando lleve a mi hija con el último neurólogo él me preguntó "señora y quien es su terapeuta?” (yo naturalmente entendí que el terapeuta era para mi hija pero el doctor se refería a mi). “No doctor yo no tengo terapeuta” le conteste, "pues mañana se consigue uno” me dijo amablemente al despedirnos. Que razón tenia ese doctor. Necesitaba hablar con alguien, platicar de mis batallas no solo personales pero familiares, mis batallas como madre.
Esto no quiere decir que todas tenemos que ir al psicólogo, lo que quiero decir es que todas necesitamos desahogarnos y de preferencia con otras mamás.
Yo estaba tan enrolada con mis hijos y sus trastornos (Trastorno Deficit de Atención con Hiperactividad y Trastorno de Percepción Sensorial) que me empecé a ahogar en un vaso de agua. Me sentía saturada, presionada y sin pena les digo, sentía que iba a explotar. Me sentía apenada de quejarme pues ser mamá es el regalo más grande de Dios. Pensaba que si me quejaba las otras mamás, incluyendo a mis amigas me iban a juzgar. Hoy les puedo decir que estaba muy equivocada.
Ellas estaban teniendo sus propias batallas y al platicarlas nos dimos cuenta de que estamos en el mismo equipo. No seamos tan duras con nosotras mismas. Es difícil ser mamá, siempre van a haber batallas, levantemos la cabeza, tomemos un respiro y afrontemos las batallas con amor y paciencia.
Comments