Ayer tuve un momento de debilidad. Por minutos (casi 60) me metí en un diálogo interno negativo, en lo que llamo un círculo vicioso que solo te lleva a un hoyo oscuro y profundo. Cuando hablo con mis clientes siempre les digo que lo más importante es el control mental. ¿Qué nos decimos? Por que ese diálogo interno dictamina nuestro estado de ánimo.
Pues ayer en un momento típico de alguien con TDAH perdí un regalo, unos aretes para ser exacta. Sé que cuando tengo algo en mis manos por largo tiempo ese algo probablemente se me pierda por lo que intento guardar las cosas en mi bolsa o en mi carro para evitar esto.
Ayer no me tome el tiempo de hacerlo, compre unos aretes de regalo y unas horas después cuando quise envolverlos me di cuenta de que no estaban conmigo. Entre en crisis y mi ansiedad salió de control, llame al restaurante, llame a mis amigas con las que estaba y nada. En eso se prendió mi diálogo interno : “eres una estúpida, no es posible que te pase esto, tonta, nunca pones atención, que vergüenza con tus amigas, no pareces adulto pareces una niña...” y cuando estaba apunto de echarme un clavado al círculo vicioso obscuro y tenebroso me logré detener y cambié mi diálogo: “soy un ser humano, estas cosas pasan, pondré más atención, espero que quien encuentre los aretes los disfrute mucho.”
Cerré la página y seguí con mi tarde.
Hoy por la mañana el Universo decidió darme una prueba pues mi hijo entró en pánico a mi habitación para decirme “mami no encuentro mi trompeta” mi primera reacción fue la esperada, frustración y enojo por lo que cuesta la trompeta y porque no la cuido como debia. Pero en ese momento se abrió el cielo, logré contenerme y le dije “que coraje, la vamos a buscar, estas cosas pasan y debemos de poner más atención”.
Le conté de los aretes camino al colegio y compartimos un momento íntimo en donde mi hijo no solamente se sintió comprendido y acompañado pero se dio cuenta de que él también es un ser humano y como tal comete errores.
Al final encontramos la trompeta y mientras caminaba hacia mi coche pensé lo maravilloso que fue perder esos aretes pues sin eso no se si hubiera podido empatizar con mi hijo como lo hice.
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