Cuando diagnosticaron a mi hija con Trastorno Déficit de Atención ella tenía 7 años. Como se pueden imaginar no quise medicarla en ese momento pues era una niña y sentí miedo. Decidí intentar otras opciones, Flores de Bach, homeopatía, cambio de alimentación, meditación, yoga, neurofeedback, acupuntura y terapia. Todo esto con la finalidad de componer a mi hija descompuesta pero a ser sincera nada de esto logró un cambio significativo. Sus síntomas seguían muy notorios, su ansiedad la tenía completamente incapacitada socialmente y todo esto se reflejaba en sus calificaciones del colegio lo cual afectaba su autoestima. Con el corazón en la mano les digo que en varias ocasiones quería que cambiara, que no fuera así, que no viviera con TDAH. Quería que mis sueños de tener una hija se cumplieran exactamente como lo soñé. Como es esperado me sentía con una enorme culpa y vergüenza de sentirme así, de querer cambiarla. Afortunadamente no tuvo que pasar tanto tiempo para darme cuenta que el problema no era mi hija, el problema era yo. Tenía que lograr aceptar con mi corazón abierto, aceptar desde el alma que mi hija no era mía para controlar ni cambiar. Tenía que entender que no había nada malo con ella y por lo tanto no necesitaba que la arreglaran. Mi hija era ruidosa, desarreglada, olvidadiza, nerviosa, con miedos irracionales y así era perfecta. Hoy cuando recibo llamadas de padres con hijos que viven con TDAH siempre me piden que ayude a sus hijos. Son padres frustrados, agotados y confundidos que sienten temor por el futuro de sus hijos. Los entiendo perfectamente bien pues así me sentía yo hace unos años. Hoy mi respuesta es: empieza por ti. La mayoría de los padres tenemos una lista de todo lo que está mal con nuestros hijos. Llegamos a terapia pidiendo que los arreglen, que los curen. Queremos la pastilla que mágicamente terminará con todas las características “negativas” que no nos gustan de nuestros hijos y no estamos dispuestos a trabajar en nosotros mismos. Les voy a decir una cosa: entiendo que no es fácil educar o vivir con niños que viven con TDAH pero es mucho más difícil la constante pelea y el desgaste emocional de intentar controlarlos o cambiarlos. El día que se den cuenta de esto y lo logren ver como un ser perfecto así como es, cambiará su relación con ellos.
El método antiguo de castigos, de “por qué yo lo digo”, “porque yo mando”, “por que soy tu mamá” no sirven. Esos métodos anticuados son para otra generaciones o para padres que quieren educar con miedo y sinceramente si estas leyendo esto no creo que sea lo que tú quieres. Hay que recordar que vivir con TDAH implica muchas cosas, muchas conductas. OJO! yo no digo que los dejen correr libres por la vida. El diagnóstico no es en lo más mínimo una excusa pero sí es una explicación. Por lo que la ropa en el suelo, las tareas no entregadas, el ser descuidado, los altos y bajos emocionales, la falta de motivación, el dejar todo hasta el último momento, la ansiedad, los miedos extraños, la falta de control de impulsos, etc son todos características de vivir con TDAH. Empieza por entender y aceptar que muchas de sus conductas y reacciones vienen por su “condición”, por su funcionamiento cerebral. Si partes desde ahí automáticamente partes de un lugar de compasión. Siempre le digo a mis clientes y lo repito en mis videos, tú (el adulto) tiene que estar en su centro. Encuentra esa actividad que te ayuda a mantenerte en tu centro. Yoga, meditación, natación, salir a respirar aire puro, pintar, escribir, escuchar música, cualquiera que sea la actividad que te mantiene zen hazla y repítela todos los días, dos veces al día si es necesario. Tu tienes que estar bien para poder guiar y acompañar a tu hijo y cuando él esté en plena crisis emocional te necesitará a su lado para guiarlo hacia su propio centro. Recuerda que tu debes de ser su mayor porrista, su motivador y también su abogado. Recuerda que ningún “deber ser” es tan importante como tú lazo con él. Conviértete en un detective de cosas positivas que notes, por más pequeño que parezca tu aplaude y felicítalo por que en realidad lo que él quiere más es conectar contigo.
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