Un día todo va a cambiar, lo recuerdo diario al ver la puerta cerrada de mi hija adolescente. Tengo la fortuna de tener dos hijos adolescentes, ellos sin darse cuenta me lo recuerdan todos los días; la vida no se queda quieta, cambia como la luna. Tuve a mis hijos mayores en mis 20s, mi hijo mayor cuando yo tenía 20 años y mi hija mayor cuando tenia 23. En ese entonces pensé que la vida sería siempre así, con Legos en el piso clavados en mis pies descalzos, noches en vela paseando de un lado del cuarto al otro intentando calmar un llanto, un cólico. Pensé que por siempre iríamos a comprar helados y que siempre estarían alrededor de mi como si yo fuera su centro PERO con el paso del tiempo todo cambió y tiene que cambiar, así debe de ser simplemente me agarró de sorpresa.
Ahora muchos años después la vida me permitió volver a vivir los Legos en el piso y las noches en vela PERO esta vez es diferente pues se que tiene fecha de caducidad. Entonces momentos que antes parecían “desesperantes” o “interminables” se convierten en tesoros. Hoy por ejemplo me subí a mi coche 7:15am con mis dos chiquitos de 9 y 6 años para ir al colegio. Hicimos exactamente 40 minutos de camino y durante todo ese tiempo mi hijo iba en monólogo brincando entre un tema y otro (conducta clásica de TDAH), emocionado de la vida, explicándome la importancia de Halloween y contando los días para que llegue Navidad. Me platico de su sueño seguido por su interés en el soccer, le explicó a mi hija menor como él considera importante tener muchos amigos en la vida, de ahí brincó a contarme lo emocionado que está de ir a un concierto este fin de semana y así mi hija y yo lo escuchamos pacientemente hasta llegar al colegio en donde abrió la puerta del coche y sin voltear a ver gritó “bye Ma, te amo” y corrió emocionado a la puerta del colegio.
Mi madre cuando yo era chica me apodo “Comadrita” pues así como mi hijo no dejaba de hablar y hablar, bueno, hasta el baño la seguía con tal de seguir contando mis relatos y cuentos. Hoy al recordar esto no puedo evitar sonreír y recordar a mi madre con melancolía pues tenía muchas defectos pero una de sus grandes virtudes es que me escuchaba y no se si pretendía o era real pero parecía estar interesada en todo lo que yo le contaba. Así que hoy, por 40 minutos volqué toda mi atención e interés en las cosas mundanas de mi hijo de 9 años y aprecie pues mi adolescente ahora me contesta en monosílabas y pasa más tiempo en su habitación que conmigo. Mi hija de 6 años el otro dia me siguió al baño y al pedirle que se saliera me contestó “Mami es que yo solo quiero estar contigo” y recordando que todo esto va a terminar le conteste “gracias mi niña por querer estar siempre conmigo” y se sentó a verme hacer pipí.
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