Justo hoy abrí el ojo y me dije a mi misma: “mi misma, hoy te quedarás en cama de floja toda la mañana” y colorín colorado el verano se ha terminado.
Mis hijos salieron de vacaciones en Mayo por lo que no voy a mentir, ya me urgía regresar a la rutina. Por qué siempre es así ¿no? Las primeras semanas una está feliz sentada en la alberca viendo una y otra vez como los niños se avientan de bombita al agua. Los lleva al cine de noche, helados y más helados. No hay prisa. Idas a la playa, recolectar conchas de mar, ver atardeceres.... pero esto solo dura unas semanas, después empieza a arder la piel por el sol y ya nadie quiere estar afuera por que les pican los moscos. Cinco kilos después ya te la piensas dos veces antes de comerte otro heladito de vainilla, ya viste todas las películas de niños que existen y no quieres escuchar niños ajenos gritando en la sala del cine. Tu coche… tu coche se convierte en parte de la playa. No solo hay kilos y kilos de arena que nunca lograrás levantar pero hay conchas y algunas con todo y cangrejo viviendo dentro. Esos famosos helados también se los comió el asiento del coche y para el final del verano tu hermoso automóvil tiene un olor extraño que nunca lograrás eliminar.
Mi hijo comenzó a rapear este verano. Así como lo oyen, mi hijo de diez años quiere ser rapero por lo que todas las palabras que salen de su boca son como una canción de Snoop Dog o Eminem lo cual en Mayo me pareció TAN original y ocurrente pero para estas alturas necesito que el verano termine. No más ruidos de dinosaurios corriendo por mis pasillos por que a además de rapero hay días en que es un rapero/dinosaurio.
Ahora si que; “Querida maestra prepárese y lo siento creo que fue demasiado helado.”
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