Todos hemos escuchado acerca del "poder de la mente" y el hecho de que si pensamos positivo, nos podemos sentir mejor, ser más felices y tal vez hasta materializar nuestros pensamientos. De la misma manera el pensar de forma negativa nos acarrea consecuencias negativas. Los pensamientos negativos tienen mucha fuerza, se nos meten en la cabeza y nos obsesionan nos provocan ansiedad y no nos permiten tener paz. La forma en la que elegimos ver el Trastorno de Déficit de Atención (en adelante TDAH) - ya sea de manera negativa o positiva - afecta directamente nuestras vidas, la de nuestros hijos y la del núcleo familiar. El simple hecho de hablar acerca de TDAH con naturalidad, principalmente frente a nuestros hijos, le brinda vida propia al tema, volviéndose una parte natural de sus vidas, de cómo ellos se perciben y como el resto del mundo los percibe también. Sin embargo debemos procurar un balance que resulte de no darle demasiada importancia al tema. No debemos hablar de sus aspectos negativos frente a los niños. Esto les permite usar el TDAH como una excusa, como una muleta. No debemos hablar de lo que no pueden hacer, de lo que les cuesta trabajo sino más bien debemos tratar de hablar de lo que hacen muy bien. Aún mejor debemos reconocer sus talentos y ayudar a desarrollarlos. Claro que debemos enseñarles cómo organizarse, como controlar su cuerpo, como ser mas sociables pero no en el contexto de TDAH. Depende de nosotros el que nuestros hijos tengan una infancia normal para prepararlos para tener una vida extraordinaria. No debe de haber espacio para negatividad pues estamos co-creando el futuro de nuestros hijos.
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