Todas explotamos.
La hippie, la mamá ejecutiva, la que todavía duerme con su bebé de 10 años, la que cocina, la vegetariana, la organica, la que alimenta a sus hijos de Mcdonald’s, la mamá presente, la ausente, absolutamente TODAS las mamás explotamos en algún momento. Como bien dicen nuestros vecinos americanos “we lose our shit” y es que así es literal, perdemos el cool, perdemos el estilo, la paciencia sale por la ventana, la cordura se escapa por la puerta y explotamos. No eres la primera ni tampoco serás la última y sabes que... SE VALE! Tu y tu hijo van a estar bien, ósea que levántate del piso, apaga los violines, límpiate las lágrimas y vuelve a empezar, vuelve a elegir.
Las mamás estamos programadas para dar. Es como si al nacer nuestro primer hijo el doctor nos pusiera un chip que nos obliga a pensar en los demás antes de pensar en nosotras y en verdad es increíble nuestra capacidad de dar; amor, tiempo espacio… Pero eso no quita lo difícil y cansado que puede ser y eventualmente las mujeres que éramos antes de ser madres quedan olvidadas, y su recuerdo vive en una fotografía en la sala.
Nos desvelamos terminando la tarea con nuestros hijos y encima de eso pasan mala noche y terminamos durmiendo en su camita. En un par de horas nos despierta el sonido de la alarma recordándonos que debemos preparar el desayuno y tener las mochilas listas, las loncheras llenas, peinar a nuestras hijas, ponerles bloqueador, subirlos al coche, manejar al colegio y regresar a casa a levantar el tiradero del caos mañanero o de ahí partir hacia el trabajo. Más o menos así repetimos todos los días y le sumamos, las fiestas infantiles, eventos escolares, nuestra propia vida social, familia extendida, mascotas, terapias, bailes, karate y así se nos pasan los días.
No estoy diciendo que este plan de vida tenga algo de malo, en realidad estoy describiendo prácticamente mis días y en verdad me considero una mujer feliz. Lo que y consiento tratando de decir y considero muy importante es que para que todo esto jale, para que nuestros hijos y pareja estén bien, para que el núcleo familiar esté en paz y fluya nosotras debemos de estar bien, debemos de encontrar nuestro centro. No tiene nada de malo tomarnos unos momentos para nosotras, un día si es que pueden. Salir con amigas, meditar, caminar, leer en paz, orar, cada quien sabe que es lo que le ayuda a encontrar su centro y si aun no lo saben les recomiendo tomen unos minutos cierren los ojos y en ese silencio descubran que las mantiene en paz.
No olvidemos que las mamás también somos seres humanos, también la regamos pero al igual que todos los demás podemos pedir disculpa (si, a nuestros hijos también les podemos pedir perdón, dejemos el ego en otro lado) y volver a comenzar.
Amiga linda no tires la toalla porque todavía te falta un largo camino y sabes que, eres muy afortunada de poder caminarlo, aun con batches, hoyos y topes. Levanta la cara y sigue adelante que estas haciendo un gran trabajo.
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