Un cliente de mi servicio de Coaching descubrió a edad adulta que fue diagnosticado con TDAH de niño.
Lo que hoy es una estela de los que fueron sus características o síntomas de vivir con TDAH, la hiperactividad, ser distraído, impulsivo, falta de enfoque, problemas para dormir, sentirse inquieto y el hiper-enfoque (hasta convertirse en obsesivo) llevaron a sus padres a buscar un diagnostico cuando este era niño. Sin embargo el diagnostico se mantuvo secreto por muchos años.
Por la decisión de sus padres (aun presentando muchas características de vivir con esta diferencia neurológica) mi cliente nunca supo que vivir con TDAH. Siempre pienso que el era diferente hasta que llego a la edad adulta cuando la decisión de guardar el diagnostico como un secreto casi lo destruye.
De niño, tanto sus maestros como sus padres usaban métodos arcaicos y negativos para educarlo como castigos y fuerza intentando lograr un cambio y mejorar su conducta y sus estudios. En palabras más claras, intentaban castigarlo por vivir con síntomas que él no provocaba ni siquiera conocía.
Este método lo hizo sentirse inseguro, confundido y lo alejo de varias situaciones y amistades hasta que con el paso del tiempo rompió su autoestima y su felicidad. A los 10 años de edad se sentía completamente solo.
Mi cliente sobrevivió la edad escolar básica pero al entrar a la universidad aparecieron nuevos retos y al año de comenzar su carrera profesional el estaba atrasado, no lograba enfocarse y estaba completamente desmotivado.
Para su segundo año universitario había reducido sus materias y para el tercer año dejo la universidad por completo sintiéndose desilusionado.
Mi cliente recuerda sus años universitarios como una época triste de mucha vergüenza y sin algún logro importante. Recuerda sentirse perdido y con miedo a su futuro. No entendía por qué era todo tan difícil? No entendía por qué perdía el interés tan rápidamente? No entendía por qué tenia tanto ruido en la cabeza?
Aunque después logro retomar sus estudios y lograr un Masters recuerda siempre estar “corriendo” e intentando cumplir todas las tareas que implicaban ser adulto.
Cuando vives con TDAH (lo sepas o no) vives en un constante sentimiento abrumador por la complejidad de la vida. En el caso de él, este sentimiento de estar abrumado y corriendo lo llevo a vivir con ansiedad y a tener varios ataques de pánico.
Al terminar sus estudios decidió buscar ayuda. Fue ahi en donde se “destapa” la realidad y sus padres le dan la noticia de que en efecto mi cliente vivía con TDAH. El tenia 32 años.
En varios foros de Facebook y en mi trayectoria como Life Coach especializada en este tema me encuentro con padres, psicólogos y “expertos” que creen que es mejor guardar el diagnostico y no decirle nada al niño o joven para evitar etiquetarlo. ESTO ES UNA MALA DECISION.
Les copio lo que mi cliente comenta:
“Que si me hubiera gustado saber mi diagnostico desde que se lo dieron a mis padres? Claro! Que si he tratado de llevar la vida lo mejor que puedo intentando parecer neurotipico? Claro cada años de mi vida. Vivir con este diagnostico no es algo que se debe de tomar a la ligera, esto es real. Si me hubieran dicho que mi cerebro funciona de esta manera y me hubieran dado el apoyo necesario me hubiera evitado mucho sufrimiento, mucha ansiedad y miedo”.
Vivir con TDAH no es algo a que tenerle miedo. No es lo peor que te puede pasar. No es una letra escarlata pero hay que tomar cartas en el asunto. Hay que conocer, educarse, encontrar ayuda y apoyo. Hay que hacer cambios o mejoras con ciertas herramientas pero como puedes cambiar o mejorar si no sabes qué es lo que pasa???
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