Hace unos días me llegó un cuento que me cayó como un balde de agua fría y me hizo reflexionar:
"Una niña tenía dos manzanas en la mano, su mamá se le acercó y le preguntó si le daría una de las manzanas. La niña rápidamente mordió una manzana y luego la otra. La mamá sintió como se le congeló la sonrisa e intentó disimular su decepción. Pero la niña le paso una de las manzanas y le dice "toma mami, esta es la más dulce"
Con cuánta facilidad nos puede sorprender un hijo, son un mundo en sí mismos pero a menudo creemos que conocemos a nuestros hijos completamente, que sabemos cómo piensan, cómo reaccionan y cómo manipulan, asumimos saber de qué lugar viene cada una de sus actitudes y nos olvidamos que son personas en un proceso de crecimiento al igual que nosotros. Esta actitud más que limitarlos a ellos, nos limita a nosotros en nuestra habilidad como padres de ser sus mentores en esta vida.
Si creemos que ya los conocemos, que sabemos lo que van a decir y completamos sus frases, si basados en eso tenemos la certeza de que ellos iniciaron la pelea o de que ellos se quedaron callados y no se defendieron, nos estaremos alejando más y más de ellos, al mismo tiempo aislándonos de su mundo que se está expandiendo y evolucionando sin nuestro apoyo y guía.
Involucrarnos en la vida de nuestros hijos es más que saber cómo van las tareas y las notas, es preguntarles por sus amigos, es dejarles hablar, es darles un espacio seguro para ser ellos y para sentirse amados, así como son, sin condiciones.
Una persona que se siente amada no tiene necesidad de abusar de nadie para sentirse importante, se sabe importante y está lleno.
Una persona que se siente amada no tiene temor de abrir su corazón y contarte qué está pasando por un mal momento y que no sabe cómo resolverlo.
No hay mejor inversión de nuestro tiempo que aquel que invertimos en nuestros hijos y no es un cliché, es una realidad ya que en este tiempo es que podemos evitar, prevenir, mejorar, educar y construir a un ser humano que aporte a su comunidad y por ende a la sociedad.
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