El otro día una mamá me dijo “solo relájate y diviértete con tus hijos…”. Me sentí tan mala madre pues no estoy segura de que sé cómo divertirme con ellos.
Me he convertido en su chofer profesional, cuando mi hija sale tarde para ir a clase de baile logró siempre llegar a tiempo. Todas las noches aún cuando hay caos y rebelión en mi contra logró dormir a mis dos chiquitos a tiempo. Aún cuando los teenagers siguen despiertos varias horas más soy como un soldado y logró que mis niño duerman profundos y sin interrupciones.
Puedo peinar a mi chiquita mientras estudio con mi niño para un examen de vocabulario y contestarle a mi grande alguna duda o dar un permiso. Sé cómo desmantelar bombas que se activan por mi casa o en el coche en el transcurso de mi día pero divertirme con ellos... Creo que lo olvide.
No me malinterpreten amo a mis hijos y amo pasar tiempo con ellos pero es como si me hubiera convertido en un robot que no sabe hacer otra cosa que no sea responsabilidades. Será que ese amor tan profundo me convirtió en un soldado del deber-ser dejando un lado simplemente, ser-humano?
Aún cuando me tomo el tiempo de sentarme a jugar un juego de mesa, a hacer plastilinas o a pintar no estoy 100% ahí, mi mente me dice y repite todos los pendientes que me faltan por hacer.
“Apúrate, termina, mastica, ven, vamos, péinate, lávate, espérate, déjalo, suéltalo“… pareciera que estas palabras son todo el vocabulario que tengo.
Es cansado y la verdad un poco triste y sé que debo aprender a vivir en el momento, disfrutar y dejar ir y no preocuparme por las cosas simples y tontas. Es más fácil decirlo que hacerlo.
Quiero pensar que es solo una etapa, que como pase el tiempo estás trivialidades pasaran y claro llegarán nuevas pero ya veré qué hago con ellas.
Hoy estoy aprendiendo a meditar y haciendo mi mayor esfuerzo para soltar y espero que algún día (cercano) recuerde cómo divertirme siendo mamá.
A todas las mamás que se sientan solas o malas o tristes sepan que no es así. Somos varias las que nos vemos al espejo y juzgamos el reflejo con una dureza y crueldad que no corresponde.
Quiero pensar que en el fondo necesitamos soltar, abrir los brazos y dejar ir. Quiero convencerme de que no tengo que ser perfecta y que probablemente en los ojos de mis hijos (al menos de los chiquitos) ya lo soy.
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