Recibí un mail hace un mes en donde la maestra de inglés de mi hija se quejaba que desde hace un tiempo no estaba poniendo atención. La verdad es muy raro que una maestra se queje de mi hija por lo que apreté con mucho gusto el botón de borrar y continúe con mi día. Pasaron unas semanas y llegó un mail de la maestra de ciencias. Esta sonaba molesta pues no sólo no estaba poniendo atención pero mi hija estaba hablando con una velocidad que era difícil entenderla.
Canté historia demasiado rápido!!!
Finalmente me llamó la coordinadora del colegio y me comentó que notaba a mi niña muy acelerada y sin poder enfocar en clase. Me pidió sacar una cita con su médico y reevaluar el uso de medicamentos para controlar el TDAH.
Qué cómo me sentí? Me sentí enojada. Enojada con las maestras por no poder apoyar y ayudar a mi hija en este proceso de cambio. Enojada con la coordinadora quien en vez de calmar a las maestras y explicarles que en Diciembre dejó el medicamento me llame y me pida que mi hija regrese a su dosis.
Me siento frustrada porque el resultado no salió como yo esperaba. Pero más importante Me siento orgullosa pues después de el desastre en el colegio hable con mi hija y me explico que ella no se siente enojada ni frustrada ni triste, ella siente que mil cosas le pasan por la cabeza, siente que le cuesta mucho trabajo enfocarse, siente que terminar la tarea le es más difícil y desea regresar a su medicamento. Que tonta fui... Yo pensando en mi, en las maestras, en el colegio sin siquiera considerar cómo se siente la protagonista de esta historia.
Ahora que lo pienso No canté victoria demasiado rápido pues mi hija a dado pasos agigantados, a aprendido a conocerse, a conocer sus reacciones y su cuerpo. Ha aprendido a pedir lo que necesita y a no avergonzarse. Ha aprendido a aceptarse y valorarse así tan perfecta como es.
Mañana tenemos cita con la neuróloga, vamos a ver qué nos dice; sea lo que sea estoy segura de que mi hija me va a enseñar a supéralo.
Comentários